-Sí-respondió atolondrada, deprisa, antes de que él cambiara de idea.
-Si me permite ¿cuál es su nombre?
-Macabea.
-Maca ¿qué?
-Bea- se vio obligada a completar.
Disculpe pero parece el nombre de una enfermedad, de una enfermedad de la piel.
Los dos ignoraban cómo se pasea. Caminaron bajo la lluvia densa y se detuvieron delante del escaparate de una ferretería donde había expuesto caños, latas, tornillos grandes y clavos.
Macabea, temerosa de que el silencio ya significase una ruptura, dijo al recién enamorado:
-A mí me gustan mucho los tornillos y los clavos ¿y a usted?"
Reseñar una obra de Clarice Lispector no es tarea fácil, el primer obstáculo es el deseo de indagar en su magnífica prosa, en las características de su "no-estilo" que ayudarían a explicar mucho de lo que el lector debe descubrir por su propia experiencia. Por ello, con esta y con las demás obras que reseñaré de la autora me conformaré con esbozar puntos importantes que inciten a la lectura sin profundizar demasiado pues sólo conseguiría una reseña interminable y aniquilaría el efecto-sorpresa que es esencial en la obra de la autora brasileña.
Para comenzar, quizás sea relevante señalar que no encontramos ante la última obra de Lispector publicada en vida de la autora. Para ello, Lispector crea una novela experimental y poco convencional en su "no-estilo", esto es, una novela con encabezamiento, nudo y conclusión, una historia de estructura clásica Para ello crea una novela que se bifurca en dos historias: la de Macabea y la de el escritor de la historia de esta que no es otra que Lispector disfrazada de hombre, Rodrigo S.M para así evitar "lagrimear tonterías"
El libro abre con una declaración de intenciones por parte del escritor que narra la vida de Macabea como si la conociera, nos hace, además, partícipes de la toma de decisiones de su proceso creativo desde el principio hasta el final. La narración de la vida de Macabea es plana, intencionadamente al uso de la novela lde tipo más sencillo y comercial, para surtir el efecto deseado, el del retrato de una vida ínfima, de una vida anónima, insignificante y poco relevante. Macabea es fea, inculta y vulgar, "café frío que nadie quiere" , imvisible a los ojos del mundo, diana de risas y de burlas sin ella ser ni tan siquiera consicente. Lispector, a través de Rodrigo S.M, hace un esfuerzo, muy su pesar pues sus verdaderos sentimientos translucen, para mostrar el menor atisbo de empatía posible, armándose de la objetividad más absoluta enfrentándose así al lector que se sensibilizará con esta pobre chica cuyos mayores placeres son comer guayaba con queso y beber Coca-Cola. Así, veremos como Macabea intenta una relación con un joven de muy dudosa reputación que resulta desastrosa, veremos como interactúa en su lugar de trabajo con sus compañeras, sobre todo con una, cuyo perfil característico contrasta con el de Macabea por su convencionalidad ridiculizada por Rodrigo S.M . La novela llegará a un clímax extremo donde se nos hace partícipes de la decisión final que nos llega, paso a paso razonada, en un diálogo en el que Rodrigo S.M toma al lector como confidente.
Pasajes llamativos son la visita de Macabea a una adivina que le da un retazo de ilusión que ella quizás no termina de comprender y un bellísimo pasaje en el que toma consciencia de cómo disfruta de la soledad y del silencio cuando se queda una mañana sola en casa. Una característica muy llamativa y presente en el libro es el uso constante de la ironía y del sarcasmo en las descripciones de los personajes, de todos por igual, incluso en las que se refieren al autor cuyas apariciones se entremezclan con la trama.
¿Recomendaría el libro? Por supuesto siempre advirtiendo que Lispector posee un estilo personalísimo, una forma de narrar fuera de lo común que hay que llegar a comprender aunque accesible a todo aquel que quiera intentarlo. Es una lectura mucho menos densa que su obra, para muchos, mas relevante La pasión según G.H." que espero reseñar en algún momento. La hora de la estrella casi se considera un experimento de la autora indagando sobre lo convencional, resaltando lo absurdo de la vida y de la existencia, desenmascarándonos a medida que vamos leyendo cuando nadie nos puede ver.
