"Tras haber colocado en mi boca pan suficiente para masticar tres minutos, deseché mis poderes de percepción sensorial y me retiré a la intimidad de mi mente, asumiendo mis ojos y mi rostro una expresión ausente y absorta. Reflexionaba sobre el tema de mis actividades literarias de los ratos de ocio. Que un libro tuviese un principio y un final era una cosa con la que yo no estaba de acuerdo. Un buen libro puede tener tres aperturas completamente distintas e interrelacionadas tan solo por la presciencia del autor, o en realidad cien veces otro tanto de finales."
"Tras haber colocado en mi boca pan suficiente para masticar tres minutos, deseché mis poderes de percepción sensorial y me retiré a la intimidad de mi mente, asumiendo mis ojos y mi rostro una expresión ausente y absorta. Reflexionaba sobre el tema de mis actividades literarias de los ratos de ocio. Que un libro tuviese un principio y un final era una cosa con la que yo no estaba de acuerdo. Un buen libro puede tener tres aperturas completamente distintas e interrelacionadas tan solo por la presciencia del autor, o en realidad cien veces otro tanto de finales."
En este blog se ha mencionado en muchas ocasiones el estilo personal-casi excéntrico- de algunos autores. Empezar un libro con una coma y acabarlo con dos puntos fue comentado como un rasgo formal de una novela de Clarice Lispector o una trama surrealista de cambios de espacio y de tiempo en los que hechos insólitos anudados con un uso del lenguaje particular y casi en código nos acercan, por medio de un rodeo de ingenio y humor a realidades que tenemos frente a los ojos y que no siempre vemos, como hizo Witold Gombrowicz en Ferdydurke, libro referente del modernismo europeo que he recordado en más de una ocasión durante la lectura de En nadar-dos-pájaros quizás por la semejanza del uso de un lenguaje exquisito atizado con grandes dosis de ingenio aunque los expertos no tengan claro si el libro de Flann O'Brien es algún tipo de modernismo tardío o más bien el precursor del posmodernismo. Lo cierto es que es un libro fascinante por su excentricidad en el fondo y en la forma y el párrafo introductorio desvela y sienta precedentes sobre lo que vamos a encontrar.Rompamos la línea clásica principio-nudo-final.
Lo primero que sorprende es, sin duda, el título. Está tomado del folklore irlandés y es el lugar en el que el rey Sweeney fue transformado en hombre pájaro y obligado a temer a los hombres y a desplazarse a saltos, lo que no podíamos esperar es que tan extraño y mitológico personaje saltara a las páginas de nuestro libro.
La línea narrativa es, solo en apariencia, simple: conocemos a un joven estudiante dado a la holgazanería y al consumo de cigarrillos y alcohol siempre que el dinero lo permita que vive con su tío, un afable señor cuya máxima preocupación es el rendimiento de su sobrino en la universidad y al que recrimina pacientemente su ataraxia. Este estudiante sin nombre, aparte de los placeres que le conocemos y que ya hemos mencionado también tiene una inclinación por la literatura y trae un libro entre manos. Un libro un tanto especial porque está desprovisto de todo formalismo: contiene tres principios y llegará a tres finales, por lo tanto, asistimos al proceso de creación de la novela. Los tres puntos de partida son las historias de, en primer lugar, Puka McPhellimey, un ser perteneciente al folclore irlandés, un tipo de ser diabólico entre hombre y animal, en segundo lugar, y quizás la línea principal, John Furriskey, "nacido" con 25 años sin memoria pero con experiencias y con los dientes manchados de tabaco y en tercer lugar, la historia de un gigante heróico y de otros seres del folklore irlandés.
Todo se complica cuando Dermont Trellis, otra de las creaciones del estudiante empieza a escribir una novela en la que crea personajes,es escritor de westerns y "contrata", en palabras de Flann O'Brien, a seres de la mitología irlandesa. Las tramas de estudiante empiezan a entremezclarse y los personajes saltan de una trama a otra e incluso llegan a revelarse contra Trellis, que los obliga a permanecer en un hotel de su propiedad. Pero las excentricidades de Trellis son numerosas, sólo lee libros que tengan capas verdes y duerme casi todo el día, permitiendo a los personajes campar a su libre albedrío. No obstante, Trellis seguirá haciendo de las suyas, crea a Sheila Lamont, hermana de uno de los vaqueros de sus westerns, tan bella que la fuerza sexualmente y creando del parto a Orlick, que será determinante en la novela.A su vez crea a Peggy, una sirvienta del hotel, para ser forzada por Furriskey que, en vez de atenerse al plan de su creador, termina enamorándose y formando un hogar con ella. El ansia de libertad de los vaqueros y de Furriskey los llevará a drogar a Trellis para que duerma aún más y así poder seguir con sus vidas.
¿Caótico? Sin duda, mucho y por ello Flann O'Brien nos remitirá, llegados a cierto punto a la página 88, donde encontraremos un resumen de los personajes, otra de las excentricidades añadidas de la novela. Falta detallar la historia de Puka, ese ser diabolico del que no hemos hablado. Pues bien, una mañana, mientras duerme con su esposa recibe la visita de un Hado Bueno al que el adjetivo de su nombre no hace justicia: es caprichoso, pedante y engreído, para dirigirse juntos al hotel de Trellis porque Sheila está a punto a dar a luz a Orlick y Trellis requiere su presencia. Durante el camino encontrarán al resto de personajes mitológicos y a un poeta, Casey, cuya reputación es del todo inmerecida. Orlick nacerá adulto y se aliará con el resto de los personajes en un complot contra Trellis con el fin de conseguir la libertad y castigarlo por sus fechorías.
Las líneas temáticas descritas se mezclarán además, con la vida del joven estudiante, su tío y sus compañeros de clase y el proceso de creación de la novela, así, encontraremos definiciones de figuras estilísticas, reflexiones filosóficas y contrastes, muchos, lo bueno y lo malo, lo correcto y lo incorrecto, la vejez y la juventud y lo real y lo imaginario llegando a una extraña conclusión "La verdad es un número impar"
La experiencia de lectura fue fascinante de principio a fin, el estilo caótico no es un verdadero problema, generalmente no es difícil identificar en qué plano estamos, O'Brien logra introducirnos bien en cada parte. El factor que puede espesar un poco la lectura es quizás el desconocimiento sobre esos seres mitológicos cuya historia aparece adaptada en la novela, nada que un pequeño trabajo de investigación no pueda subsanar y que es imprescindible para la total comprensión de la obra. No obstante, no dejaré de recomendar el libro, que destacaré como una de las lecturas más placenteras por su delicioso estilo y por el ingenio que destila y que desata, en muchas ocasiones, la carcajada.
¡Adiós. Adiós, Adiós!