"Algunos hombres aman con el cuerpo, otros con el dinero o con el
intelecto. Yo amo con la música. En nuestra relación, la música ha
constituido un vínculo más estrecho que cualquier vínculo erótico y
carnal. Tú que entiendes de todo y me hablas de la otra orilla,
seguramente sabes qué fuerza tan inmensa posee la música. Tiene más
fuerza que el beso, que la palabra, que el tacto. Lo que uno ya es
incapaz de contar con el cuerpo y el espíritu, termina contándolo con la
música. Yo he sido la única persona que ha sabido hablarle a ese cuerpo
precioso y enfermo... ¿Acaso no lo sabías? Le hablaba con la ayuda de
la música."
"Hay algo que tiene más fuerza que mi cuerpo, más fuerza que mi
enfermedad, que la pasión y la voluntad del mundo, si, algo más fuerte
que el destino y Dios: la disciplina del artista, la conciencia del
demiurgo que no se apaga mientras no haya cumplido la tarea de la
creación."
Intentar desgranar o trazar una línea temática sobre esta obra es una tarea imposible. La obra de por sí no lo hace, se esconde bajo las líneas y es la lectura abierta a la percepción la que logra extraer el jugo esencial; una sensación con la que se queda el lector tan difícil de explicar con palabras.
Una primera parte acoge al lector en un refugio de montaña en vísperas de Navidad junto a unos personajes que parecerán cargar con el peso narrativo pero que acaban siendo circunstanciales. Se encuentran imposibilitados de salir de las cuatro paredes del edificio debido a las terribles inclemencias metereológicas. Márai parece aquí dar señas sobre el amor en la juventud, en la senectud, sobre el verdadero y el interesado, sobre el que vemos como convencional y el que vemos como insólito... Esta introducción que puede parecer insustancial al cabo de la novela y en el conjunto de la obra está ya cargada de introspección aunque su único cometido sea presentar al personaje principal: un hombre llamado simplemente Z. y al narrador inicial, justo antes de que sea el propio Z. el que tome la voz del relato.
El narrador se encuentra con Z., un eminente pianista y viejo conocido de tiempos pasados y mejores a quien una rara enfermedad todavía no había inhabilitado sus prodigiosos dedos de artista que conseguían arrancar al unísono composiciones de Chopin y Bach de un piano y el aplauso unánime del público. Después de una extraña despedida entre ambos, el narrador descubre que Z. ha muerto y recibe un manuscrito del artista contando "sin pretensiones literarias" los años de su enfermedad y cuidado de parte de unos médicos y unas monjas en un monasterio. Con la lectura del manuscrito por parte del narrador se produce el cambio de voz y será Z. quien nos introducirá en la novela a través de estas páginas que decide ceder al narrador inicial.
Es aquí donde el lector debe abrirse al libro y dejarse arrastrar por la sensibilidad existencialista de Márai recordando que la sensación será la de encontrarse a la merced de un río de caudal furioso pero que ofrece ramas a las que aferrarse. ¿Querremos hacerlo?
Sirve de poco enumerar los hechos que ocurren durante la convalescencia de Z. (quién va, quién viene, quién habla, quién escucha). El manuscrito empieza con la toma de conciencia de una enfermedad que terminará imposibilitando al artista además de sumirlo en un estado de suspensión en el espacio y en el tiempo en el que las ramas querrán, o bien ser asidas con fuerza al sonido de una voz femenina que le susurra "No quiero que te mueras", o bien esquivadas, entregándose de esta forma a lo inexorable o simplemente ignoradas a conciencia y a petición expresa para ello del pianista para que le sean administrados sedativos y morfina. La novela trata, pues, de la vida, de la muerte y del instante exacto entre estas ralentizado por los estados de ánimo del protagonista.
En su memoria aparece E., un antiguo amor imposible, no consumado y objeto de obsesión del artista. ¿Es E. el desencadenante de la enfermedad? Los médicos intentarán disuadir a Z. de amar de distintas maneras como cura de una enfermedad cuyo remedio no puede ser administrado de forma volitiva, intentarán convencerlo de que hay verdades supremas y divinas, otras mujeres, otros placeres pero ¿cómo cejar en el empeño de amar?
Los diálogos entre los médicos y las monjas enfermeras se van intercalando con series de monólogos internos en los que priman la voluntad de vivir como método de curación a pesar de lo que dejamos por el camino. Surgirán dos preguntas : ¿muero con lo que tengo o sigo viviendo sin ello?
El libro posee además un componente autobiográfico claro, no hay más que hacer un viaje corto por la vida documentada del autor y de las visicitudes que hubo de pasar ¿cuántos instantes exactos entre vida o muerte? ¿Cuántas agonías ralentizadas por la incertidumbre, por los acontecimientos de su vida se asemejan con los de Z? Márai siguió viviendo a su pesar y a pesar de todo, agarrándose con tenacidad a las ramas del río furioso de la vida hasta que, llegado al invierno de su vida, agotado por el hastío y la lucha constante tomó una decisión final. He evitado hablar del contexto historico-social de manera expresa; lo que ocurre entre estas líneas es universal y atemporal. En esta obra que desprende introspección y sensibilidad nos vemos todos reflejados, vemos nuestra rabia, nuestra pasividad, nuestra lasitud y nuestra viveza, nuestros días, partidos en horas, fraccionados en instantes, instantes de mera vida, instantes de los que llevamos las riendas, instantes que se nos desbocan; todo puede ocurrir en un instante y en un instante cabe toda una vida.
Me aperece interesantes a las reflexioones a las que parece ir llegando el enfermo. Pero más allá de ahí creo que la lectura se me haría densa.
ResponderEliminarUn beso!
Muy duro, creo. Por mucho que me guste Marai, no creo que lea "La hermana" pronto. Opino que necesita "su momento".
ResponderEliminarPues parece un libro muy interesante, no Lo conocía... Aunque al autor si,y tengo ganas de leerlo, así que me apunto tu recomendación.
ResponderEliminarBesoooss!!
Me encantan tus reseñas pero creo que he de encontrar el momento para leer este libro; demasiado existencialista y profundo... me lo apunto. En cuanto le dé una oportunidad te cuento¡¡¡
ResponderEliminarPercepciones y sensaciones (no sé porqué -o sí- me ha recordado a Virginia Woolf). Y los libros que me hacen de espejo, me reflejan, qué te voy a decir, son carne de cañón para mí. Y lo sabes :) Además Marai es de los autores pendientes. Jo, claro que en un instante cabe toda una vida, pero ¿no podrían caber muchos libros en un instante?.
ResponderEliminarUn abrazo, presi.
Éste no lo he leído aún. Pero caerá. Márai se está convirtiendo poco a poco en uno de mis autores favoritos.
ResponderEliminarBesotes!!!
Ya conocía a Sándor Márai y debe ser difícil encarar una reseña de su obra, donde por encima del argumento está la forma y esa pulsión existencialista, tan profunda. Escarba y escarba en las emociones humanas, en las preocupaciones que todo ser humano tiene desde que adquiere conciencia de ser. En lo frágil de la existencia. Y lo hace de una manera tan maravillosa...Te felicito otra vez por tu reseña, me la anoto y te sigo.
ResponderEliminarUn saludo.
Un final de reseña muy Dostoievski, como se nota cuando el libro hace diana, el intento de explicarlo ha surtido efecto, hasta me he empezado a angustiar, magnífica.
ResponderEliminarIntento recordar donde leí una crítica tremenda contra el autor y poniendo a caer de un burro El último encuentro, tiendo a olvidar lo que no me interesa, y otra cosilla, creo que es de los menos sonados. mira que ya tengo un par por casa y ahora quiero agarrar ramas... por tu culpa.
Besos :)
Otro autor que tengo pendiente y esta historia parece muy interesante me la llevo apuntada. Besos
ResponderEliminarY está en casa, como y te he comentado, reservado para las vacaciones de Navidad. Mis dos anteriores experiencias con el autor fueron estupendas. Creo que no me defraudará. Le tengo mucho cariño además de la lógica admiración.
ResponderEliminarBesines,
¡Hola, simpático! Sé que me vas a matar, pero tengo pendiente a este autor desde hace siglos y es que es otro de tantos de los que no sé por cuál libro empezar. Besos
ResponderEliminarPues tengo ganas de leer a este autor que úlitmamente lo veo muucho. Aunque aún no me decido por donde empezar.
ResponderEliminarPor ahora no me animo. Voy a esperar un poco. Besos.
ResponderEliminarNo he leido ningún libro suyo. A mí, de inicio, con ese encierro por cuestiones atmósfericas me ha producido un poco de claustrofobia pero nada que no sea soportable. Me llama la atención. Quizás le de una oportunidad.
ResponderEliminar¿Tarifa? ¿Windsurfero? Jejejeje.
Me pasa lo mismo que a la prima Marisa. Es uno de los autores que sé que tengo que leer. Pero al igual que a ella estos libros de ambiente claustrofóbico me asfixian, necesito una trama que me permita respirar de vez en cuando entre reflexiones. Voy a ver qué más tienes por ahí.
ResponderEliminarBesitos y venga que nos cargamos la semana.
Levanto la mano y digo que no lo he leído, cómo no, a pesar de que alguna obra suya me observa desde la estantería. Supongo que empezaré por allí. Este no se ve mal, aunque no es lo que estoy buscando ahora mismo. 1beso!
ResponderEliminarHola!!
ResponderEliminarVengo recomendada y me quedo por aquí, un saludo!
Márai es uno de los autores que voy leyendo poco a poco pero sin pausa, sus libros siempre me aportan preguntas, reflexiones que me generan más preguntas y, por tanto, es uno de esos autores que para mi son fundamentales. Además es de Mitteleuropa en el sentido pleno de la palabra. Dicho esto, no he leído La hermana, así que tras leer tu reseña será un objetivo próximo. La mujer justa es de las que me han dejado mayor recuerdo.
ResponderEliminarAbrazos!!
Leí hace muchos años, por recomendación de otra lectora, 'El último encuentro', libro que al concluir se lo pasé a mi madre y ambos coincidimos -como pocas veces- en que había sido muy buena lectura.
ResponderEliminarPor tus líneas, no debiera dejar pasar éste. Y no lo haré.
Memorable reseña, Yossi. Felicitaciones.
Un fuerte abrazo!
ahhh Márai me gusta, pero esta trama en este momento no; pero la apunto para temporadas más felices.
ResponderEliminarUn beso,
Ale.
Tengo pendiente leer algo suyo desde hace un montón, pero no sé por cuál empezar =)
ResponderEliminarBesotes
Todo puede ocurrir en un instante, seguro, pero eso de que la vida cabe en un instante, es una frase más poética que otra cosa, la verdad es que no estoy muy conforme con ella, jajajaja. Pero queda bien.
ResponderEliminarMárai me gusta, y eso que sólo he leído un libro suyo, pero fue suficiente para saber qué poco a poco tendría que leer todo lo que ha dejado. Me creo lo que dices de que es muy difícil explicarnos en pocas líneas la trama, pero sin embargo, lo has hecho, porque me queda una idea clara de lo que puedo hacer esperar de esta novela. En fin, me la llevo a mi biblioteca.