"Tal es el fin de todo el condicionamiento: hacer que cada uno ame el destino social, del que no podrá librarse"
Así abre "Un mundo feliz" de Aldous Huxley (1894), novela distópica ambientada en Londres en una era futura que nos presenta una nueva forma de sociedad, unos nuevos ideales según los cuales la población vive libre de los males que han aquejado al hombre a lo largo de la historia. El auge de la investigación tecnológica ha llegado a su culmen y es una parte indispensables de la vida de los personajes de la novela: los niños nacen de probetas, se estudia y se aprende a través del sueño y como consecuencia los habitantes de este mundo son felices pues no existen los conflictos ni la pobreza. Pero ¿se puede realmente tener conciencia de la felicidad cuando no se quiere o no se puede conocer el otro lado de la realidad? Un pilar que sustenta gran peso de la novela es la ironía de este hecho, que constatamos ya desde el título y que irá apareciendo subsecuentemente a lo largo del libro. Para llegar a tal estado de felicidad ha sido necesario renunciar a un número de componentes de sociedades precedentes, entre otros, al arte, a la religión y principalmente a la diversidad cultural (en este último hecho se basarían más tarde muchos intelectuales de varios gremios que atacan la globalización aun defendiendo el universalismo)
Explicado el contexto y la futurología en la que se desarrolla la acción podemos analizar algunos de los componentes irónicos del texto. El primero y principal es el título que nos llevará a preguntarnos si los personajes son realmente felices: toman una droga llamada soma para deshinibirse y dejar atrás preocupaciones y evitar así las depresiones y los sentimientos de frustración. Otro punto irónico a señalar son los personajes y los nombres de algunos: aparecen referencias a Shakespeare, de hecho el título está basado en un acto de su obra La Tempestad, a Henry Ford, que aparece como metáfora del sistema capistalista y consumista y da nombre a la era en la que se desarrolla la trama. En cuanto a los nombres conoceremos a Bernina Marx y a Lenina Crowne, referencias claras a Karl Marx y a Lenin y que, aun formando parte de la sociedad homogénea de la obra mostrarán rasgos que los diferencian del resto.
La sociedad está dividida en cinco castas con sus funciones predeterminadas desde antes del nacimiento de los integrantes a los que se les enseñará sus funciones y se les programará para que solo sean felices si cumplen su cometido. Más tarde, una vez ya nacidos se seguirá introduciendo una pauta psicológica que involucra desde fobias hasta conductas a través de la hipnopedia. La siguiente cita ilustra las ideas que se deshechan y las pautas inculcadas
"Madre, monogamia, romanticismo... La fuente brota muy alta; el chorro surge con furia, espumante. La necesidad tiene una sola salida. Amor mío, hijo mío. No es extraño que aquellos pobres premodernos estuviesen locos y fuesen desdichados y miserables. Su mundo no les permitía tomar las cosas con calma, no les permitía ser juiciosos, virtuosos, felices. Con madres y amantes, con prohibiciones para cuya obediencia no habían sido condicionados, con las tentaciones y los remordimientos solitarios, con todas las enfermedades y el dolor eternamente aislante, no es de extrañar que sintieran intensamente las cosas y sintiéndolas así (y, peor aún, en soledad, en un aislamiento individual sin esperanzas), ¿cómo podían ser estables?"
Bernard Max y Lenina Crowe viajan a la Reserva de los Salvajes que resulta a ojos del lector como un viaje a la realidad que no conocen. Un encuentro con los ancianos sorprende a los protagonistas que provienen del Estado Mundial, donde se muere con una apariencia joven a los sesenta años, se sorprenden al comprobar la escasez de tecnología de la que cuentan los nativos de la reserva. Conocen a John ( El Salvaje) y a Linda, procedentes al igual que ellos del Estado Mundial pero obligados por las circunstancias a permanecer en la reserva donde su modo de entender el mundo será en muchas ocasiones opuesto al de los nativos. A partir de aquí comienza una trama en la que se reflexiona sobre la manipulación de la sociedad, la libertad de elección, el capitalismo y sobre la neceisdad de todo tipo de emociones para conformar el espectro completo de la realidad humana.
Es una novela distópica que he encontrado en muchas ocasiones enfrentada con 1984 de George Orwell por los evidentes puntos en común aunque he de decir que, una vez leídas las dos, las diferencias y las características intrínsecas son notables. Dos novelas que se desarrollan en el mismo sentido pero acaban tomando rumbos diferentesaun siendo ambas imprescindibles
Recomendaría esta novela a todo lector que desee tomar distancia y mirar la sociedad actual desde lejos y desde una perspectiva de terapia de choque. El resultado de las reflexiones que nos generará, desalentador en ocasiones, puede ayudar a comprender mucho de lo que hoy vivimos.
Me la han recomendado varias veces pero como no suelo leer muchos libros de este género aún está entre mis lecturas pendientes
ResponderEliminarbesos
Hola Tatty
EliminarVerás cuando saques un ratito para este género como se convierte en uno de tus preferidos. Es difícil abarcar todo con tantos libros como hay, tantos blogs, necesitamos días de más horas :)
¡Cada vez que gusta más asomarme a esta ventana! Una entrada fantástica. Mi experiencia con novelas distópicas es bastante limitada: primero leí "La carretera" y me sorprendió muy gratamente, y después vino "El señor de las moscas", que ya me pareció más un juego de niños (probablemente debido a las páginas que han pasado por mis manos en los últimos meses).
ResponderEliminarGracias por tus palabras Offuscatio. Viniendo de ti son todo un elogio. Ha sido una reseña difícil que he decidido publicar hoy como consecuencia de la triste noticia de Bradbury. Me gusta este género y me gusta el fondo, lo que subyace y hace que la línea de la trama sea poco más que una excusa. Un abrazo.
EliminarMe leí la de Orwell hace ya algún tiempo pero esta no. Y más que nada por las similitudes que pensaba me encontraría. Veo que estaba equivocada...
ResponderEliminarBesos,
Hola Carmen,
EliminarEstán muy relacionadas en línea temática, eso es innegable, sin embargo, las dos presentan diferencias muy características, la primera y principal es que en 1984 el régimen es impuesto y en Un mundo feliz no lo es tanto, son los habitantes del Estado Mundial los que deciden ver una cara de la realidad. Besos.
Completamente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarEl autor gira la sociedad basada en el capitalismo y la satisfacción hasta llevarla a sus últimas consecuencias, apoyándose en consumismos extremos y placer. Una sociedad estigmatizada por un camino que se ven empujados a llevar.
Una crítica feroz escondida debajo de una fábula.
Besos
"Una crítica feroz debajo de una fábula" es una frase perfecta para lo que encontramos en el libro. De hecho, la trama no es tan importante pero sí la ironía y la crítica al sistema que desprende al igual que las consecuencias de la visión futurológica. Besos
Eliminarainsss, qué casualidad, me pondré con ella dentro de poco, tengo un club de lectura con unos amigos y es el que hemos decidido leer, para comentarlo en julio. Buenisima reseña, me encantan!!
ResponderEliminarGracias Meg, estaré pendiente a tu reseña y a tus impresiones en junio y deseo que el libro te marque e impresione tanto como a mí :)
EliminarBuena reseña, me apunto el título y a ver si puedo leerlo este verano.
ResponderEliminarBesos, te sigo.
Gracias Sara, espero que te guste cuando lo leas. Besos :)
EliminarHabía leído antes sobre ese título, incluso lo he tenido en las manos. La próxima vez que vaya a la librería seguro lo compraré.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Pues seguo que lo disfrutas mucho. Es uno de esos libros que no se olvidan nunca y que te hacen pensar de otra forma. Un abrazo
EliminarLo leí hace muchos años y tengo ganas de releerlo. Un gran libro, como dices, para reflexionar.
ResponderEliminarbsos!