Cierto pudor me va a impedir desarrollar lo que siento con la holgura que desearía. Es complicado hablar de una experiencia personal, de una sensación que muchos pueden malinterpretar pero algo en mi fuero más interno me obliga a hacerlo. He estado al tanto de cómo los medios de comunicación hacían campaña de la recogida de comida en las grandes superficies comerciales de cara a las festividades que se nos vienen encima. De manera inesperada se me complicó el fin de semana entre compromisos familiares y laborales y sabía que tendría que pasar la noche del sábado y probablemente la del domingo sin salir de casa, tecleando sin parar y luchando para que no se me cerraran los párpados del agotamiento. Rehuyo como de la peste de todo lo que se asemeje a una gran superficie comercial o a unos grandes almacenes; compro mi sustento en mercados y en tiendas de barrio donde al menos puedo hablar con alguien que me reconozca al verme. Angustiado por la falta de cafeína que necesitaría al día siguiente y alentado por el reclamo de la recogida de alimentos me dispuse, a eso de las ocho de la tarde el viernes, a ir a buscar café y contribuir con la causa tan publicitada. Al llegar, todo eran luces de colores, algarabía, canciones de Navidad, jolgorio y pantallas LCD publicitando los increíbles descuentos de artículos sobre los que se lanzaba la gente tarjeta de crédito en mano. Mi misión era fácil: buscar alimentos no perecederos y un paquete de café para mí. Por poco dinero llené tres bolsas de todo artículo que viniera bien empaquetado, con fecha de caducidad a largo plazo y debidamente sólido para soportar un traslado. Al llegar el momento de pagar le pregunté a la cajera dónde se encontraban los voluntarios y me dijo que no lo sabía. Pagué y los busqué por el exterior del supermercado hasta dar con ellos. Un chico y una chica jóvenes y una señora mayor acogieron las bolsas casi con un abrazo musitando un "gracias" apenas audible. La vista se me fue al carro del que se encargaba cada uno de ellos, dos estaban vacíos y uno contenía cuatro paquetes de espaguetis colocados en una esquina. Se cruzaron nuestras miradas y el desaliento y la imagen descorazonadora de la escasez de género me dejaron mudos. La mujer mayor se dio cuenta de que llevaba un paquete de café en una mano y me ofreció esperar para darme una bolsa de las que le había entregado mientras llenaba con mis artículos su carro. Le dije que no. Salí de allí intentando hacerme hueco entre la gente que colmaba la zona de la perfumería mientras oía discusiones entre clientes y dependientas que no se ponían de acuerdo sobre la cuantía del descuento que ofrecía la empresa sobre perfumes de más de cien euros.
En estos momentos estoy trabajando a contrarreloj, bebiendo el café que me despierta y me abstrae del cansancio, solo, sin azúcar, negro y amargo. Sabe igual que el funesto Black Friday que viví ayer.
Ayer estuve en el Corte inglés porque tenía un cheque regalo, no vi a a ningún voluntario. Esperaba verlos. Digo: " Compro unos espaguetis y un kilo de arroz algo no perecedero y se lo doy". Brillaban por su ausencia. Eso sí, el Black Friday por todos lados. A mí me gustan estas fiestas por el colorido de las calles y los villancicos que animan el ambiente, pero es verdad que es puro consumismo. Un beso y ánimo con ese trabajo.
ResponderEliminar¡Qué triste! ¡Qué patético! Yo ayer estuve en un hipermercado y mi experiencia fue bien distinta: numerosos voluntarios y gente entregándoles las bolsas. Pero hay gente
ResponderEliminarpa'to... Besos
Yo acudí al super de casualidad y me alegró descubrir que allí estaban, un poco timidos, tanto que tuve yo que coger algo por iniciativa propia. Las gracias que me dieron fue algo más intenso aún que el sentimiento de creer en el género humano con el que salí del supermercado
ResponderEliminarDescorazonador
ResponderEliminarYo ya llevo años sin poder evitar asociar estas fiestas al puro consumismo. Es cierto que he pasado varias lejos de mi "zona de confort" y sorprendentemente me pasó lo que no esperaba, que es que las eché en parte de menos. Pero tiene más que ver con todo el ambiente familiar y con intentar estar con todos los tuyos aunque sea un día al año que por otra cosa.
Mucho ánimo con el currazo, y me apunto a lo del café, para mí con algo de azúcar ;)
Un abrazo, yossi!
Me ha gustado mucho esta entrada tan personal. Muchas gracias por compartir experiencia y emociones. Por aquí sí que se colaboró mucho y me alegro aunque sigue ganando el consumismo y esa sinrazón que hace comprar cosas que ni siquiera apetecen.
ResponderEliminarÁnimo con ese trabajo y ya me pongo a moler un poco de café.
Besito
Mi experiencia también fue más positiva en este aspecto; los voluntarios no paraban de sacar carros. De hecho antes de pasar nos dijeron que ya tenían suficiente pasta, arroz, etc. y que necesitaban leche o comida para bebés. La excepción que confirma la regla: parece una broma hacer coincidir un evento consumista y otro solidario, una broma macabra, porque gana el consumismo por goleada. Así está diseñado todo: si paras de comprar se detiene la maquinaría y vivimos en ese bucle sin fin, ¿hasta cuando? Porque yo aprendí que los recursos son limitados...
ResponderEliminarDisfruta tu café y no te entretengas, que se te va a hacer el trabajo eterno, jeje.
Un saldo, digo un saludo.
Comparto, porque lo vi en directo el sábado, esa doble experiencia. Pobreza al límite de no poder adquirir los alimentos básicos (me dijeron en uno de los organismos que reparten los alimentos en donde vivo que los alimentos estrella son los huevos, el arroz y la leche) y consumismo incitado para comprar "emociones" innecesarias a través de productos.
ResponderEliminarY pese a que también di alimentos, tengo una discrepancia con la manera de encararlo, muy pocos de los afectados por esa miseria están de voluntarios en la recogida de alimentos. La caridad no me gusta, aunque reconozco que mejor eso que nada, prefiero el empoderamiento de la gente que sufre esa situación y que asuman el protagonismo de la solución a través de su implicación directa. La PAH (Plataforma afectados por las hipotecas) es un ejemplo de empoderamiento en el tema de la vivienda, otro aspecto vital, que se aleja de la caridad.
Espero haberme explicado sobre mi manera de ver el tema.
Abrazos!!
Pdt: está bien salir a veces de los libros como tú has hecho en esta ocasión, te deseo un feliz y cafeinado fin de fin de semana.
¡Hola! Siento tu funesta experiencia, pero en esta época de compras masivas me temo que es algo habitual (bien lo sé tras llevar toda mi vida trabajando en comercio, y menos mal que siempre en librerías). Lo cierto es que cuando yo he contribuido al banco de alimentos he tenido mejor sensación, quizás la gente del Ahorramás lo monte mejor, no tengo idea. Sólo confío que lo recogido sea mucho y termine realmente donde se necesite, pues sé de sitios donde por desgracia no es así. Besos
ResponderEliminarLa hipocresía de la sociedad es notoria... seguimos fomentando y potenciando el consumismo.. yo me enciendo rápido pero lo único que espero es que pasen rápido estas fiestas para quienes no puedan pasrlo también como nosotros¡¡¡ genial reflexión¡¡¡ un abrazo¡¡
ResponderEliminarBuff yo no compré nada ese día pero porque me agobio con las multitudes...así que ni me lo planteé...además luego oyes cosas de media markt etc por internet que si subieron los precios etc.
ResponderEliminarEn cuanto al tema de voluntarios en mi supermercado de calle están 7y por suerte no están tan vacíos como lo que te pasó a ti, más bien al revés...pero la diferencia puede estar en lo que dices, que es un super de barrio y no un gran centro.
Un beso!
Uf, esta reflexión filosófica que nos has traído me temo que daría para horas y horas de conversación. La verdad es que nunca he conseguido entender cómo hemos llegado a esto de copiar cosas que nos son ajenas (este ejemplo del Black Friday, sin ir más lejos, o Halloween, o a Papa Noel, que al menos cuando yo era pequeña ni siquiera llegaba a España ninguna Navidad), y que esas copias sean siempre de cosas consumistas. Luego nos escandalizamos de que haya gente que lo esté pasando mal, y organizamos esto de la recogida de alimentos no sé si para sentirnos mejor con nosotros mismos, aunque espero que haya gente que lo haga de corazón. Pero en fin, siempre me da pena decir que el mundo se va a la mierda, y la mayoría de las veces es eso lo que siento...
ResponderEliminarSobre situaciones así nos podríamos llevar horas hablando. No te diré lo que hago o dejo de hacer cuando hay una campaña similar, la de recogida de alimentos, no la otra. Eso queda para mí. Pero puedo entenderte perfectamente. A mí que la gente compre aprovechando ofertas me da igual, ya sea por el black friday o el monday amarillo-limón porque yo soy la primera que aprovecha una oferta si la hay. Léase las rebajas. Esto también te lo digo. Pero lo que no soporto de verdad es que seamos tan imbéciles de acatar todo lo que viene del otro lado del charco. Si allí un día deciden que nadie puede vestir de rojo, llegará el día en que aquí también lo hagamos y tan panchos... Sin embargo, lo de la recogida de alimentos es cuestión aparte. ¿Cuanta gente se habrá gastado una pasta este fin de semana y mirará hacia otro lado cuando vea a esos voluntarios que tú mencionas? Yo prefiero ni planteármelo porque me enciendo. Prefiero mirar mi interior, sentir lo que siento y actuar en consecuencia. Besos.
ResponderEliminarEspe y Marisa:
ResponderEliminarSí, el tema da para largo y si os fijáis, empiezo el post con mucho cuidado porque no es cuestión de hablar de lo que hacemos durante el resto del año, eso queda para nosotros. El punto clave es el que señaláis las dos: esa manera de adoptarlo que viene de EEUU sin pensar. Yo he vivido el fenómeno allí y destaca menos porque, lo siento por quien se ofenda, pero es una sociedad totalmente corrompida y podrida por el consumismo. La gente allí es, por lo general, poco solidaria, egoísta y desconfiada y hacen dinero de todo. Cuando cayeron las Torres vendieron ¡¡¡camisetas!!!
Yo fui a por café y me da igual decirlo al Corte Inglés donde jamás en la vida pongo un pie ni a punta de pistola porque estoy en contra. Fui porque sabía que había recogida de alimentos y lo que vi fue eso, un fenómeno importado que nos deshumaniza y como digo al principio del post y decís vosotras, no se trata de enumerar lo que hacemos todo el año por la gente que no tiene, eso cada uno sabrá pero vas con una idea a un sitio al que no vas nunca y yo por lo menos salí fatal de allí, lo de los cuatro paquetes de espaguetis es literal, había cuatro. Había gente peleando por artículos que no necesitan, entre ellos, con los dependientes, todo lo que llega del otro lado nos deshumaniza, nos intenta convencer de que consumir es equivalente a ser feliz. El post lo escribí del tirón el sábado mientras me tomaba el café entre mil traducciones porque todavía no se me ha olvidado. Y es ese mirar al otro lado cuando vas cargado de cosas que NO necesitas lo peor de todo, fue terrible.
A mí es que, sinceramente, me da miedo ver lo insensibles que somos a veces (hablaré en general, incluyéndome yo también, aunque a veces me paso de sensible porque lloro hasta viendo el telediario...). Solo he estado de turismo, pero mi hermana vivió once años en Canadá y uno en Estados Unidos, y dice lo mismo que tú sobre que allí no es tan exagerado; vamos, que en España además de copiar resulta que copiamos mal. De todas formas no me parece que Estados Unidos sea precisamente un ejemplo a seguir; y también lo siento si alguien se ofende, aunque no quiero venir a polemizar en tu blog, no sea que me mandes a la cama sin cenar, jajajajaja.
EliminarPues a mi me pasa como a Espe... Yo con los años en vez de volverme más fuerte, de construirme una coraza más robusta, me vengo abajo con más facilidad. Es estar sentada en el sofá y ver cualquier cosa en la tele o enterarme de algo triste y zas! Lágrima al canto. No lo puedo evitar. Pero es que cada vez me duele más el mundo y el egoísmo, y la maldad, y la tiranía,.... Tantas cosas. Resulta increíble hasta donde puede llegar el ser humano, tan despiado a veces con sus semejantes.
EliminarDesconozco como es la vida en EEUU salvo por lo que contáis o lo que veo en la tele que tampoco será tan fiel a la realidad. Por desgracia (¿o debería decir por suerte?) no he puesto un pie allí. Jamás me ha atraído. Eso que dice todo el mundo de tener que cruzar el charco una vez en la vida por lo menos, yo no lo siento. Fíjate que a mí tira mucho más Europa, la vieja Europa, y prefiero mil veces elegir un país europeo como destino que cualquier punto de Estados Unidos. Con esto no digo que si alguna vez se encaja (lo dudo pero bueno), viaje palláaa... pero que sinceramente no es una idea que me ilusione especialmente.
En este punto, solo queda decir que allá cada cual o eso tan bonito de "Que cada palo aguante su vela" jejeje. Un besito.
Por cierto, demencial lo de las camisetas. Y seguro que vendieron un montón.
Se me han saltado las lágrimas con tu entrada.
ResponderEliminarYo soy de las que trabajo en comercio, y por tercer año consecutivo, mi empresa ha celebrado el Black Friday. DEscuentos pre-campaña navideña, una juerga.. muchas horas, pero al final te lo terminas pasando bien. Mi trabajo se limita a lujo, vendo lujo. Así, tal cual. Y veo tu entrada... se me saltan las lágrimas de pena. Siempre, la vida es un doble filo. Qué pena tener que ver un carro vacío, gente que no tenga ni qué echarse a la boca, voluntarios haciendo su labor, y aún que tengan ese detallazo contigo.. Me he quedado tocada.
Un abrazo.
Qué entrada más personal, Yossi. Me gusta. Me gusta mucho. Y ojalá perdieras más ese pudor que mencionas, este es tu cuarto propio también :)
ResponderEliminarA mí me pilló en Zaragoza. Como me pasé comprando libros en "Los portadores de sueños" tuve que entrar a un supermercado a comprar una maleta pequeña con ruedas. Y debo decir que la recogida de alimentos estaba bien a la vista, incluso si me apuras casi invasivos. Es curioso.
También te digo que en la puerta de mi supermercado había un hombre que siempre se ponía en la puerta. Nunca pedía. Sólo sonreía y saludaba, con una ligera inclinación de cabeza. Nunca puso un cartel, nunca extendió la mano, salvo para coger lo que le ofrecías. Yo solía comprarle comida. Terminó por contarme su vida, que aquí no voy a reproducir para no acabar todos con el moco tendido.
Has reflejado lo que somos, como sociedad. Sociedad de consumo.
Un abrazo muy fuerte
Bueno, yo sigo siendo de Atapuerca para estas cosas... no me llaman la atención ni me acaban de convencer. Aparte, me parece un timo ¬¬
ResponderEliminarTambién tengo que decir que ooooodio ir de compra, salvo que se trate de librerías... solo caigo en rebajas y porque es evidente xD
Besotes
Uy, ¡cuántas cosas! ..... que no me valen para nada, jajajaja, algo así contaba Gaarder que dijo Sócrates de una de las tiendas de su época. Parece ser que el impulso de obtener y rodearte de cosas nos ha acompañado siempre. Está en nuestra naturaleza. Afortunadamente quedo fuera de esto, y me da que mucha de la alegría de las Navidades está en este permiso aceptado sin muchos remordimientos de relajarse en el gasto sin sentido, de permitirse una fiesta de ilusiones comprando y comprando, jajaja.
ResponderEliminarEn el fondo es todo muy vacío, pero igual es que somos un poco unos bichos raros.